Sydney (IV) Cantando bajo la lluvia

Aquel 2 de marzo fue el día en el que nos mudamos al apartamento de nuestros amigos. 

Con nuestras mochilas a cuestas nos despedimos de nuestro último "cochambrosing-hostel" sin mucha pena, más bien con una alegría infinita. De camino a su casa, y pasando de nuevo por King Cross, la calle quiso despedirse también de nosotros dándonos un regalito. 

Y es que para empezar bien el día, ni tazón de cereales ni nada. ¡Qué mejor manera que encontrándote 40 dólares en medio de la calle! jeje. Fui yo quien vio el billete que tiene la cara del inventor del Royal Flying Doctor Service (que había sido protagonista en una de las entradas del blog) en medio de la acera a pocos metros de donde estábamos. Y al principio parecían sólo 20 dólares, pero no, eran 40. ¡Ole, qué bien!

Vistas desde el apartamento

Pues así empezó nuestro día. Aunque como no todo iba a ser perfecto, resultó ser otro día lluvioso en Sydney. Viendo las noticias y el parte meteorológico en la televisión, nos enteramos de que este verano estaba siendo el más lluvioso de los últimos 70 años. Arrggggg!!!  Pero bueno, ya estábamos acostumbrados. Así que lo mejor era dar otra vuelta por la ciudad y hacer algunas compras con nuestro chubasquero puesto, que para eso están. 

Watson Bay

Al día siguiente por la mañana nos fuimos en coche con nuestro amigo, que al ser sábado no trabajaba, hasta Watson Bay. Una bahía que se encuentra a unos 11 kilómetros de Sydney y está situada justo al final de la península de South Head. Desde allí se tienen vistas de todo la ciudad y de la bahía

Allí pasamos la mañana y entre otras cosas, vimos una boda a la australiana en la playa. Con gaitero de fondo incluido, que no se diga. 

Boda a la australiana

Pero en cuanto se puso a llover dimos por finalizado nuestro día en Watson Bay y nos volvimos a la ciudad.

Ese día se celebraba en Sydney el famoso Mardi Gras. Para el que no lo sepa, es el carnaval que se realiza con motivo del orgullo gay y que, aunque su nombre signifique en francés "martes de carnaval", siempre se celebra en sábado. Así que aprovechamos para ver los preparativos (mientras el tiempo lo permitiera) y nos fuimos todos a comer a un restaurante indio que estaba cerca de una de las calles principales por donde luego pasaría el desfile. 

Después de comer, y con nuestro café de 1 dólar del 7eleven (que está buenísimo por cierto), nos fuimos a reposar la comida a un parque donde pudimos ver cómo, poco a poco, se iban concentrando gran parte de los grupos participantes en el desfile que tendría lugar esa misma noche. Fue una pena ver las caras de la mayoría de ellos, que estaban tristes porque veían que la fiesta que estaban esperando todo un año, iba a estar pasada por agua. Pero aún lloviendo, el desfile se acabó realizando. 

Mardi Gras

Un buen rato más tarde, y antes de que empezara propiamente el desfile, nos fuimos al apartamento a hacer algunas cosas que teníamos pendientes, como poner alguna que otra lavadora. Y ya de relax, María y yo, nos bajamos al jacuzzi y a la sauna que el edificio donde ellos viven tiene para los inquilinos. ¡Qué bien me sentó! Agua calentita y un poco de relajación. 

Sólo me quedaba algo dando vueltas en la cabeza: ¿Dejaría por fin de llover y nos despertaríamos con un día soleado?  Una simple pregunta, pero a la que sólo podría dar respuesta a la mañana siguiente.